New York City, New York, EUA.
John Augustus Roebling, 1870 – 1883.
“El puente más famoso del mundo”
Visitar Manhattan es una aventura incomparable, una experiencia llena de asfalto, rascacielos, mareas de personas nadando en cualquier dirección y un caos sorprendente. Caminar por sus calles y avenidas interminables es garantía de encontrar algo nuevo en cada esquina. Es así, caminando, como se recorren los lugares ajenos y de esta manera se llega a conocer lo más íntimo y misterioso de las ciudades que uno visita.
A pie y andando siempre adelante, esquivando personas, autos, bicicletas, edificios, baches, construcciones e incluso helicópteros es como se llega hasta el puente más famoso del mundo. El puente de Brooklyn conecta a la isla de Manhattan con Brooklyn y es el más imponente de todos, no sólo por su importancia urbanística sino también histórica y artística.
En una placa con elegancia cuenta que se construyó en 1870 y al momento de su apertura fue el puente colgante más largo de todo el mundo. Considero que junto a Central Park representa el emblema más popular de la ciudad. Sus arcos que en el cine parecen gigantescos, le dan un toque especial aunque comparado con los rascacielos neoyorquinos es una pequeña estructura de granito y acero.
El puente atirantado fue una idea novedosa y revolucionara en su tiempo. Jamás se había construido un puente colgante de tal longitud, es por ello que fue considerado toda una hazaña de la ingeniería y arquitectura en esa época. Presume de dos arcos en cada torreta de estilo neogótico o algo similar, que de cierta manera desentonan con la arquitectura moderna de los edificios construidos en el sector financiero de Manhattan.
Esta arteria urbana se puede cruzar en automóvil y experimentar el verdadero caos vial que una ciudad como esta ofrece a sus habitantes. Sin embargo, atravesarlo a pie o en bicicleta es mucho mejor. Sus casi dos kilómetros de extensión brindan un caos humano único en la ciudad ya que el andador peatonal coincide con la ciclovía casi invisible qué sólo da razón de su existencia cuando entre la multitud se escucha el grito amenazador de “bike lane¡” por parte de los ciclistas del lugar. Tomar fotografías en las que no aparezca alguna extremidad de un turista despistado es una misión casi imposible, pareciera que la única manera de ver su atractivo real es en alguna escena de una famosa película de Hollywood.
No importa, nada importa pues Nueva York es increíble, incluso la multitud de personas que se encuentra en cada rincón es un atractivo turístico, algo que no todas las grandes capitales del mundo ofrecen.
Desde el puente se puede ver el rio Hudson que en el invierno se congela en gran parte. Fue por está razón que el puente fue construido, para evitar los problemas que eran transportarse en barco durante el invierno. También se puede ver a lo lejos la famosa Estatua de la Libertad que parece una miniatura en medio del rio, y del otro costado se encuentra el puente Manhattan, una versión moderna del puente de Brooklyn pero con mucho menos atractivo turístico.
Después de poco tiempo se llega a Brooklyn, una ciudad que antes de la construcción de este puente era independiente a Manhattan. Desde este punto se puede apreciar una de las mejores vistas de la ciudad, e incluso de esta obra arquitectónica que se sostiene implacable sobre las aguas del rio.
Una vez que anochece los edificios encienden sus luces cegadoras para adornar la vista de Nueva York y así poder disfrutar de una perspectiva formidable tanto de la isla como del puente más popular de la historia.
Ahora hay que caminar de regreso para continuar con la exploración de la ciudad más interesante de este país.
Texto: Fernando Mendoza.
Fotografías: Fernando Mendoza.