Lisboa, Portugal.
Santiago Calatrava.1998.
El autobús que venía desde Madrid, por fin después de nueve horas, arribaba a Lisboa, fue en el andén número 28 alrededor de las 5 de la mañana, donde se descargaba a los pasajeros y el equipaje, ahí en el nivel 0, a nivel de calle, donde se desarrollaba la actividad diaria de la central de autobuses del oriente de aquella singular capital portuguesa.
Debimos esperar una hora en la central, ya que el metro de Lisboa comienza a trabajar hasta las seis de la mañana, por lo que tenía una hora para poder explorar el edificio y la zona.
Fue infinitamente grato que el primer contacto que tuve en el viaje a Lisboa, iniciara con la Estación del Oriente, la cual días después me enterara que había sido desarrollada por el arquitecto valenciano, Santiago Calatrava, por motivo de la expo de Lisboa de 1998.
Recién que llegamos intenté descansar unos minutos en el nivel -1, donde se encuentra un centro comercial el cual se conecta de manera subterránea pasando por debajo de la avenida Dom Joao II con el centro Vasco de Gama; el estar allí era imposible cerrar los ojos y dejar de admirar la obra arquitectónica, era una sensación magnifica la que provocaban esos pasillos cavernosos, los cuales están resguardados por la estructura robusta y orgánica de concreto aparente.
Después decidí que tenía que salir por un poco de aire además de tener la necesidad de seguir experimentando esas sensaciones que Calatrava quisiera que el usuario tuviese, el complejo de la central del oriente constaba de 5 niveles, al subir al primer nivel, pude hallar diversas oficinas que tienen que ver con los diferentes medios de transportes que ahí se utilizaban, además en ese mismo nivel se encuentran los sanitarios, los diferentes cubos de cristal, concreto y acero, son los resguardos de aquellas oficinas, los cuales están ejercidos como islas, dispersas por todo el nivel.
Después la curiosidad hizo que subiera al siguiente nivel, fue maravillosa la sensación al encontrar la monumentalidad que provocaba aquel bosque de columnas de acero blanco las cuales soportan una diversa serie de arcos ojivales, en ese nivel es donde se encuentra la estación del ferrocarril de Lisboa, así, sin muros, sin paredes, sin ninguna manera de contener el espacio, tan solo existen las vías del ferrocarril, una pasarela que sirve de anden y la magnífica estructura de acero que te hace sentir que estás en una maravillosa obra de arquitectura moderna combinada con un estilo neogótico.
Fue entonces cuando supe que era buen momento para salir a la calle, ver esa obra ya no como usuario sino como espectador, al estar en el nivel cero comencé a caminar a la salida en dirección hacia el centro Vasco de Gama, al ver el edificio desde fuera y andar alrededor de él pude darme cuenta de otro éxito logrado por el arquitecto, en el cual, el complejo genera una comulgación excelsa con los aspectos urbanos, mientras caminaba por la calle no existía una barrera o un borde que me hiciese sentir dentro o fuera del edificio, no existen puertas, simplemente la estructura de acero y cristal genera un gran volado sobre la plazoleta que a la vez es banqueta y vestíbulo, finalmente la estructura de concreto del interior se fusiona con la estructura exterior del puente de la autovía.
Sin duda alguna fue sumamente agradable el estar y sentirse parte de esa serie de sensaciones que provocaban las diferentes atmosferas que se generaban dentro y fuera de la central del oriente de Lisboa. Mientras recorría los pasillos y niveles del complejo se me vino a la mente la palabra “híbrido” ya que esta maravillosa obra podría definirla con este concepto, la manera en como el arquitecto Santiago Calatrava une los diferentes usos, materiales, estructuras, atmosferas y demás, es sin duda una acertada respuesta a diversos problemas arquitectónicos.
Pasados unos minutos después de las seis decidimos bajar al nivel -2, que es donde se encontraba la estación del metro, para poder tomar el tren y dirigirnos al centro para que así iniciara ese viaje y poder conocer una de las ciudades más agradables que hasta ese momento había podido conocer.
Fotografías. Eliu Morales Mireles. 31 de marzo de 2015.
Texto: Eliu Morales Mireles.