Elefante blanco sin usarse, que demostraba que el tapatío no sube puentes, porque prefiere torear carros y ponerse al tú por tú con una maquina automotora.
También su hundimiento y reforzamiento en los 90´s fue gran tema de conversación.
Resbaladilla y juego extremo para los niños que trepaban su curva, a la salida y entrada de la famosa primaria «Anexa a la Normal».
Sombra al sol y refugio de la lluvia de miles de estudiantes y trabajadores que durante años tomamos camión bajo su cobijo.
Hito y referencia, «Nos vemos en el puente» nos decíamos los compañeros de la secundaria, para irnos todos juntos en el camión.
Mirador de la ciudad para novios, enamorados y contempladores citadinos que adivinaban que torre era de que iglesia, divisaban el estadio, el centro médico y demás edificios importantes de la ciudad.
Pero lo que más me remueve en su recuerdo, es el haber sido la primer frontera que crucé siendo niño y sin permiso de mi madre, hacia el poniente de la gran ciudad, la cual desconocía. Era la puerta para salir de «Alcalde Barranquitas» y mirar que había más allá de lo que mi entendimiento espacial lograba comprender. Era siempre, ese punto reconfortante en el regreso a casa por la noche, si estaba triste subía al puente y observaba, contemplaba y meditaba, viendo siempre más allá, sabiendo que siempre hay nuevas fronteras que cruzar y mucho más trabajo por hacer.
Esta semana el puente fue demolido en aras del progreso, justo para lo que fuera construido, con la gran diferencia que ahora este avance y progreso da más importancia al peatón y menos al automotor. Me gustaría mucho que se hubiera quedado allí como símbolo del funcionalismo tapatío, de esa visión de progreso que tuvo México en algún tiempo, pero lo único que espero es que su desaparición sea para bien, sé que los niños de la «Anexa» ya no serán contenidos por una avenida atemorizarte con bestias rodantes de muchas toneladas que amenazan segundo a segundo, ya no habrá borrachines que orinen desde arriba y no habrá barreras urbanas que atemoricen cruzarlas.
Espero que el rumbo de la ciudad sea el correcto y que si este empieza a desviarse sepamos como ciudadanos y expertos, volverlo a encauzar hacía el lado correcto, falta mucho por hacer y el camino es incierto pero para eso estamos. ¿No creen?
12 de Abril de 2015. Arq. Alberto Avilés