Naoshima, la Isla del Arte.

Naoshima, Japón.

Pareciera estar tan alejada de todo, en mi experiencia, llegar a ella resultó una travesía un tanto extensa, más no complicada ya que los sistemas de transporte en Japón son de suma eficacia, pero sí representó una inversión considerable de tiempo,  tomar el shinkansen (tren bala) desde Hiroshima hasta Okayama, después esperar por un tren local (Seto-Ohashi Line) y una serie de transbordos para llegar a la última estación de la Uno Line, donde unos pasos delante encontraría la estación de embarque del ferri que finalmente me conduciría a tan esperado lugar, la pequeña isla de Naoshima.

Naoshima (直島) está ubicada en el mar Interior de Seto, dentro de la prefectura de Kagawa, Japón; la cual en años anteriores sobrevivía principalmente de la pesca, una isla poco poblada que mantiene sus costumbres, sus casas de madera, una relación estrecha con su contexto natural, pero sobre todo que posee una tranquilidad, una calidez y un silencio que son de admirarse.

Es en Naoshima donde me he llevado una de las mayores sorpresas, donde la arquitectura hablada por su calidad y no por su majestuosidad, resultado del trabajo de arquitectos y artistas que han colaborado de la mano entre ellos, combinado con el ambiente natural donde han emplazado sus obras. Una muestra indiscutible de ello es el trabajo que el arquitecto japonés Tadao Ando realizó en diferentes espacios arquitectónicos dedicados a la contemplación del arte, espacios que se encuentran alrededor de la isla por encargo de la Benesse Corporation, es el caso de la Benesse House Museum, Chichū Art Museum, Lee Ufan Museum, entre otros, los cuales contienen un inmenso valor arquitectónico.

Particularmente quiero hablar sobre mi experiencia al visitar el museo Chichū, el recibimiento a la isla comenzó con laMarine Station Terminal, obra del despacho japonés SANAA, seguido de instalaciones y obras de arte que acompañaron mis recorridos a través de la isla, artistas como Yayoi Kusama, Shinro Ohtake, James Turrell, George Rickey, Jean-Michel Basquiat, Walter De María, Claude Monet, el arquitecto Sou Fujimoto, entre otros, se encuentran presentes por medio de sus obras.

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Al llegar al museo comencé a percatarme de las peculiaridades del lugar, para empezar, la taquilla se encuentra fuera del edificio principal, se tiene que recorrer la carretera un poco más para encontrarla. Primero tuve que estacionar la bicicleta, después pasar al área de lockers a resguardar la mayoría de las pertenencias que llevaba conmigo, tomar solo lo imprescindible.

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El boleto de entrada me costó 2060 ¥, alrededor de $350.00 MX, después de comprarlo tristemente me informaron que no permiten tomar fotografías, esa necedad de algunos lugares aún no la comprendo, pero bueno, tengo que aceptar que no me pude resistir y de contrabando tome algunas con mi celular, digo Japón no está precisamente a la vuelta de la esquina, además de la poca confianza que tengo en mi memoria, no me quedo más remedio que hacerlo.

Con boleto en mano camine hasta el ingreso del museo donde a pie de la carretera me encontré con un jardín que me llamo la atención pero de primera instancia no le di mucha importancia, la prisa por entrar me ganaba.

Desde su definición Chichū, en japonés significa, “en medio de la tierra” Ando creó un conjunto literalmente enterrado en la tierra, en palabras de él mismo explica:

«Tengo una inclinación casi inconsciente hacia los espacios subterráneos. Cualquiera que sea la naturaleza del sitio, trato de crear arquitectura que nunca se imponga más que su entorno».

Bajo esta premisa desarrolló un conjunto arquitectónico que se funde con su contexto, basado en formas geométricas elementales, espacios abiertos, túneles como elementos de distribución, el concreto y la luz natural como materiales principales, la naturaleza misma, la espiritualidad, la tranquilidad, el silencio y el minimalismo en bruto convergen y dan como resultado un espacio arquitectónico que emociona, que cautiva, que habla, que te invita a ser recorrido hasta el último rincón, un museo inusual, pues las obras de arte que ahí se exponen parecieran fusionarse con el mismo, en todos los museos que había tenido la oportunidad de conocer serepite el mismo patrón, la arquitectura fue creada y después las obras de arte contenidas, pero en el caso de este museo, la arquitectura fue concebida específicamente no para contener obras de arte, sino hacer las obras de arte parte de la misma arquitectura.

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Es así que Tadao Ando tuvo en entera consideración las obras de los 3 únicos autores que exponen parte de su trabajo, el pintor francés Claude Monet y 2 norteamericanos contemporáneos, el escultor Walter De María y el artista del espacio y de la luz James Turrell, logrando una interacción épica entre la arquitectura, las obras de arte expuestas, el elemento humano y la naturaleza, expresada en luz, agua, cielo y tierra.

Al salir del museo volví a encontrarme con ese jardín y fue entonces que comprendí que en todo el recorrido que plantea el museo te invita a convivir sutilmente con los autores ahí expuestos, ese jardín no era otra cosa que una recreación de una de las obras de Monet, los árboles, el agua, sus pasajes, yo tenía como antecedente que Naoshima es considerada la isla nipona del arte, después de recorrerla yo diría que es un paraíso.

Texto y fotografías: Thalia Velasco. 25 de febrero, 2016. 

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