Por este lugar arribaban a Tenochtitlan una gran cantidad de trajineras provenientes del lago, cargadas con todas las mercancías que “el ombligo de la luna” no producía.
Dichas actividades comerciales fueron ilustradas por Diego Rivera en el mural titulado “La Gran Tenochtitlan”, el cual pintó en 1945 sobre los muros del Palacio Nacional, la zona de la que hablamos se puede observar en el siguiente detalle, al lado derecho del Templo Mayor, hasta el final de la urbe, como una serie de chozas, a este sitio se llegaba navegando a través del lago de Texcoco y pudiendo cruzar la ciudad por un canal oriente – poniente que dividía las Casas de Moctezuma, que del lado norte se encontraban en la zona que hoy es el Palacio Nacional y del lado sur en lo que actualmente es la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
En tiempos de la Nueva España en los mismos terrenos de la Suprema Corte, al sur oriente de las ahora calles de Corregidora y Pino Suárez se encontraba la famosa Plaza del Volador, inaugurada el 9 de julio de 1624 con el fin de despojar a la Plaza Mayor de los usos comerciales, por lo que en ella se llevaba a cabo la venta de víveres para la capital de la Nueva España. Esta gran cantidad de mercancías llegaba por medio de pequeñas embarcaciones que navegaban la Acequia Real(hoy calle Corregidora y Calle Roldán), la cual accedía a la ciudad desde la zona de puertos que actualmente ocupa el Mercado de la Merced y un tanto más allá.
Para 1792 se inauguró, en esta plaza, el Mercado del Volador, que construido de madera albergaba doscientos cajones o espacios comerciales. Los años, junto con incendios, modificaciones, un mercado nuevo mandado construir por Santa Anna y temblores, pasaron, hasta que en 1891, se decidió construir el Palacio de Justicia en ese solar y las actividades comerciales se replegaron definitivamente al Barrio de la Merced, convirtiéndolo en más mercado que barrio.
En el libro “Bandidos de Río Frío” escrito por Manuel Payno y publicado por entregas en Barcelona entre 1889 y 1991, en el capítulo “Los Almacenes de Fruta” se nos relata cómo era la zona de la Acequia Real y las construcciones que se encontraban en su recorrido.
“A lo largo del canal, viejas construcciones de uno y otro lado, con sus fachadas amoratadas de tezontle o pintadas de cal o de colores fuertes, con sus balconerías irregulares de fierro, sus ventanas con rejas gruesas, forman una calle comunicada por puentes, que no deja de tener su novedad, especialmente en ciertas horas del día, en que las aguas turbias de la acequia están casi cubiertas de chalupas y de canoas cargadas de maíz, de cebada, de legumbres, de frutas y de flores, y como allí se van a surtir de primera mano los revendedores de fruta que andan en la calle y se sitúan en los zaguanes y esquinas por toda la ciudad, y como las indias e indios visten poco más o menos sus trajes primitivos, no sólo para los extranjeros, sino para los mismos mexicanos ilustrados y parisenses que habitan el centro, tienen cierta novedad antigua, más interesante todavía para el que estudia las costumbres populares.
…Otra parte de los vecinos son más bien de Chalco, de Texcoco, de Ameca, de Cuautla, de Amilpas. Tienen su comercio de granos y fruta, y en vez de hacer continuos viajes en las trajineras, concluyen por tomar una habitación en el Puente de la Leña, y tener, como las grandes casas de comercio, el despacho en la capital, conservando en su pueblo la casa materna, como hemos visto que hacía Cecilia.”
Cecilia en la historia, nos ejemplifica el habitante típico de dicha zona, que surtiendo de alimentos provenientes de Chalco,Texcoco (Chapingo) y los que por medio del Camino Real a Veracruz llegaban cruzando Puebla, arribaban a la Ciudad de México por el Puerto de San Lázaro.
Desde 1861, con la llegada de las Leyes de Reforma se había autorizado la demolición del Convento de la Merced para construir en sus predios un nuevo mercado, el cual no fue demolido por completo, pues diferentes intelectuales, como el Dr. Atl quien inclusive vivió un tiempo en él, durante muchos años cuidaron que el plateresco claustro mayor no fuera derribado.
En el terreno norte ganado al exconvento, que desde 1863 albergaba un mercado al aire libre, para 1890 fue construido un mercado de ochenta y cinco metros de largo por doce de ancho con techo metálico. Pero que en realidad nunca fue sufucuiente, pues la zona seguía surtiendo de víveres a la creciente capital, por lo que continuaba siendo una gran zona comercial – habitacional.
No fue si no hasta el 23 de septiembre de 1957 que se inauguró un nuevo mercado, pero este no fue sólo un mercado más, si no el primer gran mercado de México, diseñado por el arquitecto Enrique del Moral, suscribiendose muy bien dentro de la década de la Arquitectura Heróica, como se le conoce a los 50`s, pues fue caracterizada por la creación de grandes proyectos de arquitectura dentro de un ambiente de progreso y los inicios de la ciudad cosmopolita, contaba con 5,825 locales distribuidos en siete construcciones, además de conjunto de baños, torre de agua y hasta guardería para los hijos de los locatarios.
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La edificación más grande fue la llamada “Nave Mayor”, de estructura de concreto laminar, que obviamente resolvío Félix Candela, cubre cuatroscientos metros por cien metros de planta, por medio de muros interminables de celosías prefabricadas que conforman las fachadas longitudinales, oriente y poniente, el edificio logra tener magnífica iluminación y ventilación natural. Basta observar fotografías de los primeros años del Mercado de la Merced de Enrique del Moral para quedarnos absolutamente seguros de la gran calidad arquitectónica y social de dicha obra.
¿Pero por que menciono que hay que observar fotografías de la obra recién inaugurada? La respuesta es sencilla: La sobrepoblación, que sumada a la falta de control y regularización de los comerciantes informales a logrado colapsar la zona, hoy en día es prácticamente imposible observar la obra de Enrique del Moral, pues tras casi sesenta años de ampliaciones grandes (las naves adicionales laterales), ampliaciones pequeñas de armaduras de acero y techo de lamina, invasión de los pasillos y plazoletas, además de ocupación de las calles circundantes con puestos de tianguis, hoy es prácticamente imposible comprender que has salido del mercado, si no hasta que ya has logrado alcanzar alguna de sus menos abarrotadas vialidades circundantes.
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Así caótico, pero organizado, aprovechando cada metro cuadrado de piso disponible, el mercado ha vivído por años, sobrellevando sismos, tragedias menores e incendios, que no han afectado las actividades lucrativas de sus comerciantes ni mucho menos prendido el foco rojo de los gobernantes para intentar mejorar las condiciones del lugar. Hasta el 27 de febrero del 2013, año en que se registró el más grande incendio en la historia del mercado.
Esa madrugada, el fuego causó afectaciones en aproximadamente siete mil metros cuadrados de la “Nave Mayor”, gran cantidad de familias perdieron su forma de sustento, mil nueve, según las cifras oficiales, muchos de ellos se vieron obligados a buscar un nuevo espacio ahora como comerciante informal, pero “avalados” por el gonierno de la Ciudad de México. Por si fuera poco, el 25 de enero del 2014 se registró un nuevo incendio en la zona del mercado, ahora en la zona de dulces, a un costado de la “Nave Mayor” dejando afectados a cuatroscientos locatarios.
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En ese entonces los comerciantes pedían: la restauración del mercado, que despues del cuarto incendio consideraban necesitaba una verdadera reparación, reconstrucción de la zona colapsada, y la reparación de la Estación de la Merced que sale justo dentro de la Nave Mayor, para permitir el ingreso directo de los compradores y evitar que haya más pérdidas para los comerciantes del segundo centro de abasto de la ciudad.
Pero claro, a más de tres años desde el siniestro ninguna de estas peticiones a sido cumplida, la zona colapsada ya se reedificó, pero aun no es entregada, y los planes que tiene la ciudad de reorganizar los mercados de la zona, lejos de ilusionar a los comerciantes y verlos ver la luz al final del túnel, los ciegan y los hunden más en la desesperación.
05 de Abril de 2016. Arq. Alberto Avilés
Bibliografía:
FERNANDA CANALES. (2010). Arquitectura en México 1900-2010. La construcción de la modernidad: obras, diseño, arte y pensamiento. México: Arquine/ Fomento Cultural Banamex.
MANUEL PAYNO. (2010). Los almacenes de fruta. En Los bandidos de Río Frío (324-325). México D.F.: Nuevo Talento.
ELSA HERNÁNDEZ REAL. (Julio 2014). La Acequia Real. Arqueología Mexicana, Vól. XII-Núm.68, «Lagos del Valle de México», 34-37.
Bibliografía Web:
Haz clic para acceder a casa_del_tiempo_eIV_num_67_50_53.pdf
http://archivo.eluniversal.com.mx/notas/906397.html
http://www.excelsior.com.mx/comunidad/2013/02/27/886418#view-1
http://www.excelsior.com.mx/comunidad/2013/04/06/892441
http://www.milenio.com/df/incendia-Mercado-Merced_0_233377017.html
https://es.wikipedia.org/wiki/Mercado_de_la_Merced
https://es.wikipedia.org/wiki/Plaza_del_Volador
[…] Imagen tomada de A4 Arquitectura y Sociedad […]
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